Cada vida está dotada de su propia canción. Una vida realmente auténtica tiene una métrica única, una cadencia singular que hechiza los corazones y toca el alma de aquellos que tienen la fortuna de cruzarse con ella.
El regreso hacia esa paz de espíritu que provoca vivir conforme a quienes somos en esencia puede no ser fácil, pero es necesario para ir abandonando el sufrimiento y la distorsión que provoca vivir una vida cuyos acordes han sido sofocados bajo sus propios auto engaños.
Y el camino de retorno pasa por que cada uno de nosotros recupere su propia melodía.
La caminata de vuelta es todo un peregrinaje. Es un coqueteo constante con nuestro propio Ser. De vuelta a Casa se pasan por etapas que a menudo sobrepasan con mucho nuestra capacidad de entendimiento. Aun así sabemos que estamos en el camino correcto cuando las nuevas notas- rescatadas del olvido- devuelven a nuestra vida una alegría renovada, y hacen renacer confianzas y alientos.
Y con esa certeza vamos recuperando nuestra esencia, llenando el vacío, re escribiendo un nuevo compás.
Las verdades que se nos van revelando han de ser vividas; las ataduras que nuestro antiguo pensamiento había anudado a nuestro alrededor – paralizando el avance – deben ser desatadas de nuevo, liberando así un torrente de bonitas posibilidades. Y las normas impuestas por el mundo exterior tienen que ser desafiadas, derrumbando los muros que nosotros mismos habíamos levantado al seguirlas.
El proceso pasa por modular todas aquellas notas que han sido desafinadas por el paso incierto de la inexperiencia y la dictadura de nuestros propios temores.
Nuestra alma anhela expresar su magia y bailar la vida bajo el embrujo de su propia poesía.
Sólo así podremos dejar la tristeza y el vacío atrás, y danzar sobre el mundo con el alma enamorada y el corazón encendido.
Rosaana B.