EL DOLOR

Llegó sin avisar, nadie lo esperaba.

No supo dónde quedarse, ni adonde ir.

La gente se lo miraba de reojo, sin saber muy bien qué decir, y eso le resultaba todavía más incómodo.

Si estaba allí era por algo, y no comprendía porqué intentaban sacárselo de encima como fuera.

El Dolor es en verdad un sentimiento desorientado, que no sabe dónde colocarse.

Sólo los humanos sabios intuyen que debe integrarse, encontrando finalmente su lugar, y de ésta manera llegar a formar parte de algo importante: parte de un recuerdo, parte de un esfuerzo, parte de una superación.

El Dolor simplemente existe, no sabe que fue creado con una finalidad, y que probablemente la mente de los humanos es demasiado estrecha como para que se acomoden a gusto sentimientos  que no sean de su agrado.

El Dolor ignora que no son mayoría los humanos juiciosos, aquellos que humildemente pueden llegar a aceptarlo como parte de algo más grande que ellos mismos: parte de la vida.

Y ahí está, vagando al abrigo de su propia suerte, solitario, sin rumbo ni norte.

Por eso es que el Dolor está tan desconcertado; necesita, a todas luces, un lugar donde acogerse, y poder así, finalmente, transformarse siguiendo su propio destino.

Un curioso y sorprendente destino, que incluye una gran renovación para el individuo, decretada misteriosamente por la aceptación.

Rosaana B.

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