LA INTUICIÓN La intuición es una criatura radiante, aunque algo perezosa.
No examina, analiza, mesura, pondera, evalúa, verifica ni compara. Todo eso no va con ella. Ella es mucho más libre, más ágil.
La intuición posee un tipo de lucidez muy alejado de las conjeturas de la mente analítica. Es más vigorosa, más resolutiva, más vital.
Le gusta la velocidad, es rauda y certera.
Es un ser dinámico, aunque camina de puntillas y es escurridiza.
Los pensamientos la aturden y ahuyentan, son demasiado ruidosos.
Tiene el poder de penetrar detrás de la forma y esconderse de la lógica.
El camino racional no es su camino, requiere de una percepción sensible, de un canal abierto a otra dimensión más lejana.
Es una chispa que indica una dirección a tomar, una acción a realizar, un aviso a tener en cuenta, una oportuna sugerencia.
Echa mano de los presentimientos para darse a conocer.
La intuición es una percepción acertada que gusta del misterio del silencio y de la ausencia de pensamiento.
Es como si el corazón, atento al destino, quisiera guiar nuestros pasos a través de una descarga de información útil y fiable.
Nos conecta con regiones de nuestro ser a las que la mente discursiva no puede acceder.
Te pide silencio y murmura “confía en mí”.
Cultívala.
Quien la ignora algún día escuchará un ahogado suspiro de su alma murmurando: “te lo dije” .
Rosaana B.