Es una noche serena.

Las nubes están de buenas y no alborotan el cielo con su malhumor.

 De tanto en tanto  la luna se deja cautivar por alguna estrella coqueta y pasea orgullosa su orondo perímetro, permitiendo soñar a los soñadores y suspirar a los quijotes.

Pero  hoy  la luna ha tomado prestado el rojo grana de los cerezos.

Ha vestido sus cráteres de fresa quedando envuelta en un halo de misterio.

Y el sol – el eterno conquistador- que suele trajear los campos de oro, ha sido el conquistado.

 Hoy el sol le hace versos a la luna.

Rosaana B.

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