QUIERO SER REDONDA

La Geometría es ya de por sí una criatura enigmática.

Ella – aunque ataviada con trazos y diseños espectaculares – es de pocas palabras, por eso me sorprendió que me contase sus intimidades; y vino a explicarme grandes cosas.

Me dijo que el círculo es redondo porque su final sabe que no es nada sin su principio; por eso lo busca. Y por eso lo encuentra.

La línea, en cambio, es más desganada y – aunque tiene una sola dirección – le han prestado dos sentidos, para que no se aburra tanto.

El triángulo, por su parte, es mucho más sofisticado, pero no puede avanzar, está orgullosamente plantado sobre uno de sus lados.

Y el círculo – bondadoso y diligente – me convenció.

Y así quisiera yo pintarme a mí misma: redonda.

 Me gustaría rodar, y que cada uno de mis lados tuviese las mismas oportunidades.

Preferiría no tener esquinas ni recodos, y evitar así que se me quedasen quimeras atrancadas por el camino.

Y es que no quisiera dejar puntas huérfanas, nunca me han gustado los cabos sueltos; van demasiado a su aire y suelen acabar donde no deben.

El círculo, por si fuera poco,  me reveló su  gran misterio: resulta que, después de toda una vida caminando hacia adelante, sólo los más afortunados – aquellos que se buscan – se encuentran de nuevo consigo mismos, en un retorno muy añorado; y el círculo, por fin, queda hermosamente cerrado.

¡Está decidido!  Algún día no muy lejano, me dibujaré redonda…

Rosaana B.

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